
Reflexiones artísticas sobre el infinito
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NORTE DE CASTILLA, Angélica Tanarro
11 de diciembre, 2018
Javier Viver expone en Javier Silva hasta el 17 de diciembre su proyecto Aurelia Immortal
El camino del laboratorio al taller del artista y vuelta ha sido recorrido en innumerables ocasiones a lo largo de la historia. Quizá el nombre de Leonardo da Vinci en seguida se nos venga a la memoria tratándose de las relaciones¡ entre ciencia y arte, pero ambos aspectos de la creatividad humana se han dado la mano con acierto en prácticamente todas las épocas de la humanidad. Ahora lo hace en el trabajo de Javier Viver (Madrid, 1971) que por primera vez expone en la galería Javier Silva. Viver es escultor, fotógrafo, diseñador y editor de fotolibros. Su trabajo de doctorado fue una investigación en el laboratorio PLAT (siglas de Picto-Lumínica-Audio-Táctil) sobre la obra del cineasta José Val del Omar, titulada ‘Laboratorio Val del Omar’ que, además de ser publicada por Cameo en forma de documental, le valió un encargo del Museo Reina Sofía para instalar en sus salas junto a Javier Ortiz Echagüe el laboratorio PLAT, durante la exposición ‘Desbordamiento Val del Omar’.
Sus fotolibros, una de sus actividades más frecuentes, y sus investigaciones en torno a las conexiones entre fotografía y cine han obtenido premios y menciones tanto en España como en ferias de todo el mundo.
En ‘Aurelia inmortal’, título de su primera exposición en Valladolid, presenta una selección de las piezas que componen su último proyecto artístico que, una vez más, parte de una investigación científica. Viver leyó en una revista especializada un artículo del biólogo marino Jinru He, en el que daba cuenta de las investigaciones en un laboratorio chino en torno a una variedad de medusa, la aurelia aurita, que tiene la capacidad de, una vez muerta, regenerarse hasta el infinito. Cuando Javier Vivier leyó el artículo se hizo la pregunta clave ¿el complejo proceso por el cual de un ejemplar de aurelia muerto surge otro con sus mismas características biológicas que es y no es el mismo ejemplar podría ‘copiarse’ en seres humanos? Y puestos a fantasear ¿podrían ‘crearse’ seres diferentes en los quelos procesos regenerativos dieran lugar a clones o ‘transhumanos’ con, por ejemplo, dos torsos u otras diferencias sobre el original? Fue surgiendo así una compleja propuesta que incluye un fotolibro, quizá la joya de la corona del proyecto, que, consta de dos volúmenes. Uno de ellos reproduce fotográficamente el ciclo vital de la medusa. Este volumen del libro está compuesto en acordeón de forma que, abiertas sus hojas, componen una especie de estrella circular que alude al sentido de infinitud. El segundo volumen del libro es un diario presuntamente escrito en 2046, fecha en la que supone que existe ya la posibilidad de crear esta especie ‘transhumana’ que viviría para siempre y en el que se aportan escritos, fotografías y documentos sobre este descubrimiento científico. Pero hay mucho más. La muestra incluye electrografías de gran formato impresas sobre dibond (un panel de aluminio muy utilizado en pintura y otras manifestaciones artísticas) que reproducen la medusa en diversos estadios. La sugerente morfología del animal y la calidad técnica de las imágenes provocan en el espectador la abstracción del objeto y su contemplación como una pieza de arte de una inquietante belleza. Por otra parte, las reflexiones en torno a la perdurabilidad están en el origen de unas pequeñas esculturas adosadas a la pared y realizadas en bronce que reproducen los esqueletos del erizo. Son varias piezas de distinto tamaño que pueden exponerse a modo de instalación.
Por último, dos piezas, dos ‘cuadros’ monocromos, aluden a la materialidad del proceso de regeneración de la medusa. Lo curioso de estas piezas (que en realidad serían algo así como bajorrelieves) es que el volumen y la forma están conseguidos utilizando el óleo tal como sale del tubo, creando un efecto sorprendente que a simple vista parecen estar hechas de lana pintada.
Pero, técnicas aparte, y descubrimientos científicos aparte también, lo que finalmente destaca en la exposición es la capacidad creativa del autor en la dirección artística. Todo lo que se muestra, empezando y terminando en el fotolibro, es de una belleza sobrecogedora que al tiempo atrae e inquieta, que dispara en la diana de nuestras inquietudes como seres humanos, que bordea no solo los grandes interrogantes de la humanidad, sino que transita en ese espacio en el que ciencia, arte y religión muestran sus cartas.